AntonioMorales

Tratando de evolucionar, aprender, probar, sacar mayor rendimiento a las clases que imparto de taichí, chikung o artes marciales, deseo compartir este resumen, donde la aplicación de la psicología en el deporte es totalmente compatible.

Espero que os guste y que encontréis el modo de poderlas aplicar…, yo lo hago.

La psicología evolutiva es aquella rama de la psicología que tiene por objeto estudiar las diferentes fases del desarrollo del psiquismo. Considera los cambios de conducta que experimentan los individuos durante las fases de su desarrollo.
Por lo tanto, la psicología evolutiva se detendrá a estudiar el desarrollo psíquico del ser humano en todas sus fases: infancia, adolescencia, madurez y envejecimiento y analizará cada uno de los procesos que se dan en esas fases y que condicionan los procesos siguientes.
Por supuesto, también tiene aplicación en el campo de la actividad deportiva, analizando lo que supone o puede suponer la realización del deporte en todas las etapas del desarrollo humano.
Comenzando por lo más natural, es decir, por la infancia, encontramos que los efectos del deporte infantil no se manifiestan únicamente en una mejor maduración física del niño, sino también y de una forma intensa en su maduración psicológica.

La práctica deportiva ofrece al niño:

  • Una respuesta a algunas de sus necesidades psicológicas fundamentales relacionadas con el juego, el movimiento y la competición.
  • Una posibilidad de higiene mental adecuada para prevenir la aparición de trastornos de carácter y lograr una mejor autorrealización.
  • Una superación de algunas carencias como la incomunicabilidad y la dificultad de relaciones interpersonales y de grupo, además de madurar valores comunitarios y cooperativos en amistosa competencia.
  • Una actividad integradora de notable valor pedagógico a través de la expresividad, la creatividad, la investigación y la manipulación del espacio.

En la adolescencia encontramos, desde el punto de vista biológico, varios periodos de cambio profundo:

  • Primera adolescencia o prepubertad, que comienza con las primeras señales de la maduración sexual.
  • Media adolescencia o pubertad, que coincide con la primera emisión seminal en los muchachos y con la aparición de la menstruación en las muchachas y con el progresivo desarrollo de los caracteres sexuales.
  • Tardía adolescencia o pospubertad, caracterizada por la definitiva maduración de los caracteres sexuales y por el logro de la plena fecundidad.

En la adolescencia el problema de la autoimagen es más intenso que en la infancia a causa de los radicales cambios físicos, del gran relieve atribuido a las características corpóreas y de la tendencia a compararse a sí mismo con los modelos adultos.

Por lo tanto, es fácilmente comprensible que el problema de la imagen corporal adquiera una notable importancia en la vivencia deportiva del adolescente. Por ello, será labor del entrenador ayudar al joven en esa búsqueda y para que acepte la realidad, positiva o negativa, de su cuerpo.

Entre los once y los quince años se produce una profunda evolución de la inteligencia.

El adolescente lleva al ambiente deportivo esta carga intelectual en forma de actitud contestataria en gran número de ocasiones. Los jóvenes deportistas plantean con frecuencia dentro de la unión deportiva problemas de comprensión, de disciplina y de colaboración.

El entrenador debe ser consciente de la particular dinámica intelectual del adolescente para aceptarla. Al criticismo de los jóvenes y a su exigencia de debatir los convencionalismos y las normas no hay que responder con la irrisión o el rechazo, con el peso de la autoridad y la manipulación, sino que se le debe conceder crédito y espacio. Solo así, el entrenador podrá tener un significado positivo para el adolescente.

En sentido biológico, la llegada a la edad adulta coincide con el término del desarrollo corpóreo, situándose entre los dieciocho y los veintitrés años. Sin embargo, en el plano psicológico, es difícil valorar cuando se produce el cambio de la adolescencia a la edad adulta.

El aprendizaje de la destreza motriz es un proceso físico y mental, por lo tanto el que aprende debe estar entregado al acto de aprender.

Desde las destrezas más básicas a las más complejas requieren una profunda implicación de las capacidades mentales y físicas.El proceso de aprendizaje puede entenderse a través de las fases por las que atraviesa el proceso: fase cognitiva, fase asociativa y fase autónoma.

  • La fase cognitiva se centra en acumular comprensión de la manera en que se ejecuta la destreza. El entrenador explica o describe la tarea, ofreciendo o no demostraciones.
  • La fase asociativa es la fase práctica o de fijación y es más larga. En ella, el aprendiz pone en práctica la destreza para alcanzar su dominio. El feedback procedente del entrenador es importante mientras el aprendiz desarrolla una habilidad cada vez mayor para la detección de errores.
  • La fase autónoma surge cuando el aprendiz es capaz de ejecutar la habilidad a la perfección de modo inconsciente. La destreza se ha convertido en un hábito.

El progreso desde la fase cognitiva hasta la asociativa y la llegada a la autónoma requieren un cúmulo de práctica y un periodo de tiempo que dependen de la habilidad del sujeto, la situación de aprendizaje y la complejidad de la propia tarea.

Indudablemente, a mayor complejidad de la tarea, se requieren más práctica y mayor tiempo de dedicación.

En los niveles elevados de ejecución, los errores en la respuesta motriz llegan a ser tan insignificantes que tan solo un entrenador diestro y experimentado puede detectarlos.

Solo un entrenador con amplios conocimientos de su trabajo que, a su vez, esté familiarizado con un deportista en concreto podrá aportar una información válida.

El entrenador debe ser un buen profesor. Debe estar capacitado para enseñar en una gran variedad de situaciones, desde ayudar al atleta altamente especialista hasta el principiante, siendo en esta situación cuando su rol de instructor es más crucial.

El entrenador debe saber analizar una ejecución, señalar los defectos y ofrecer propuestas claras como solución.

Los movimientos erróneos en el deporte son muchos y variados. El reconocimiento de este hecho, junto con una efectiva comunicación de los errores y unas buenas indicaciones sobre la forma de corregir los mismos, son los indicadores de un buen entrenador.

Los entrenamientos relativamente cortos llevan a ejecuciones más eficaces que los largos. Además, aquellas sesiones que se parcelan (incluyendo periodos de descanso entre las sesiones de trabajo) son más productivas.

Los máximos beneficios o progresos tienen lugar poco tiempo después del comienzo de práctica de una tarea determinada. Un cambio de actividad provoca esencialmente una mejora en la actividad practicada inicialmente.

El entrenador organizará las prácticas de modo que evite la monotonía y la repetitividad

Otro aspecto importante a la hora de considerar el aprendizaje de habilidades motoras es la distinción entre aprendizaje total y aprendizaje parcial.

  • El total hace referencia a la práctica o estudio de la actividad global o una parte principal de la misma. Su desventaja es la dificultad que supone conectar las habilidades aprendidas de modo separado.
  • El parcial se da cuando la actividad se divide en sus componentes y cada parte se aprende y practica antes de comenzar la siguiente. El método parcial es a menudo ventajoso para el aprendizaje de una actividad compleja porque ofrece al aprendiz la sensación de ir aprendiendo. Si para este tipo de actividades utilizamos aprendizaje total, crearemos en el aprendiz confusión y frustración. Después de una práctica parcial, se debe practicar la rutina combinada para evitar ese aislamiento.

Cometeremos un error si, además de todo lo anterior, dejamos de lado el aprendizaje mental de la actividad. Ya hemos dicho que el aprendizaje de una destreza es un proceso tanto mental como físico. Cuando el proceso mental está implicado de modo importante, los aprendices aprenden y recuerdan mejor una destreza que cuando solo se limitan a poner en acción físicamente los movimientos.Es labor del entrenador, pues, aumentar la transferencia positiva y disminuir la negativa. Para ello cuenta con los siguientes principios:

  • Cuando los patrones motrices entre dos habilidades son similares, el entrenador destacará dicha similitud para que el alumno la aprecie, ya que para este la transferencia no es automática, hay que hacérsela ver.
  • Cuando existen posibilidades de transferencia, es fundamental que la primera habilidad esté consolidada.

    Cuando el proceso mental está implicado de modo importante, los practicantes aprenden y recuerdan mejor una destreza que cuando solo se limitan a poner en acción físicamente los movimientos.

  • Para maximizar la transferencia de una destreza, deberán enseñarse todos los conceptos básicos, principios y generalizaciones que se refieren al movimiento y al deporte de que se trate. La información se comunicará al alumno con la suficiente claridad.
  • El uso de ejemplos o técnicas incrementará la posibilidad de que el que aprende comprenda los conceptos y los aplique. La simple verbalización de un concepto no garantiza su aplicación.

La psicología del entrenamiento es esencialmente un conjunto de estrategias diseñadas para incrementar la habilidad, para influenciar o manipular la conducta de otros, es decir, para enseñar. El entrenador se convierte en maestro.

Durante el proceso del aprendizaje, el entrenador necesita ir reuniendo información sobre los progresos del aprendiz en la adquisición de las habilidades en cuestión, de tal modo que puedan irse corrigiendo errores o potenciándose aciertos.

Existen básicamente dos modos de manipular la conducta de otros: control positivo y control negativo.

  • El control positivo o aproximación positiva está diseñado para fortalecer o consolidar conductas deseables por la motivación de los deportistas hacia su realización y por ser, además, recompensados por ello.
  • El control negativo o aproximación negativa incluye el intento de eliminar conductas no deseables a través de la crítica o el castigo. El efecto negativo fundamental es la activación del miedo y el miedo fácilmente acaba en fracaso. La competición ya no es un reto sino una amenaza.

Los deportistas que tienen un gran miedo al fracaso, ejecutan más pobremente su disciplina, presentan mayor riesgo de ser penalizados, sus experiencias de diversión son menores y son más propensos a abandonar la práctica deportiva.

Esto no quiere decir que el entrenador deba rehuir la crítica. Al contrario, hay momentos en los que es imprescindible, pero debe ser mínimamente.
Cuando el proceso mental está implicado de modo importante, los practicantes aprenden y recuerdan mejor una destreza que cuando solo se limitan a poner en acción físicamente los movimientos

El factor motivacional se convierte así en un deseo por triunfar, por hacer las cosas bien, más que por un miedo al fracaso.

Los refuerzos pueden incluir conductas sociales como elogios verbales, sonrisas, señales no verbales como el aplauso o una palmada en la espalda, aunque es preciso definir qué es lo mejor para cada deportista. La mejor manera de encontrar un refuerzo eficaz es conocer las preferencias del deportista.

La eficacia del refuerzo positivo aumenta si se combina la recompensa con una descripción específica de la conducta deseable que el atleta acaba de ejecutar, combinando así, el poder del reforzamiento con el recuerdo instruccional.

El uso más eficaz del poder de la recompensa es el de fortalecer las destrezas que un deportista está comenzando a dominar. Se trata de empezar con lo que el deportista es capaz de hacer y luego de forma gradual requerir más y más antes de proporcionar el refuerzo.

Una de las cuestiones más importantes en lo que al reforzamiento se refiere es averiguar con qué frecuencia otorgar las recompensas. El entrenador tiene dos objetivos:

  • Primero, debe entrenar a los deportistas en destreza específicas hasta que hayan alcanzado su dominio.
  • Segundo, debe diseñar la forma en que esas destrezas se mantengan.

Es fundamental para que el refuerzo tenga poder, administrarlo lo más pronto posible a la ejecución de la conducta a premiar.

Al hablar de refuerzo estamos hablando de feedback, que debe darse de continuo durante los entrenamientos y durante las competiciones, ya que supone la mejor manera de evaluar el rendimiento.

Los deportistas tienen frecuentemente distorsionada su percepción sobre su propia conducta. Una evidencia objetiva en forma numérica o estadística puede ayudar a corregir tales distorsiones y motivar acciones correctivas.

Otro aspecto fundamental a la hora de evaluar el aprendizaje y el rendimiento es el feedback objetivo relacionado con el establecimiento de metas.

Los programas de establecimiento de metas incluyen la identificación de consecuencias deseadas específicas y las conductas que se requieren para conseguirlas. El feedback utilizado en las conductas precisas para alcanzar una meta deseada puede ser muy útil para obtener información del progreso.

La información aportada por subsiguientes feedback permite al deportista y al entrenador tener una visión del progreso.

El programa de feedback objetivo requiere que se identifiquen conductas o consecuencias específicas y medibles.

Un buen sistema puede ser la grabación en vídeo de la ejecución, obteniendo así una base objetiva de la misma.

José Salvador Antúnez Caracena

Resumen del temario «Área del Comportamiento y del Aprendizaje» de la F. M. L.

 

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